Canadá, el vecino del norte olvidado de EE.UU, ese ese país que parece escurrírsenos entre los dedos cuando adjudicamos la etiqueta de americano o norteamericano a cualquier persona o producto. Una caja de sorpresas de la que a veces nos acordamos cuando vemos algún episodio de “South Park” o nos enfrentamos en una sitcom al enésimo chiste de un policía montada del ídem… O como mucho, cuando su responsable electo comparece para lamentar la desaparición de cierta monarca con más de medio siglo de carrera. Que no falte la actualidad.
Pero para aquellos que aman el séptimo arte, Canadá también es la patria grande de Cronenberg, Egoyan y Cameron (sí, el que vuelve a amenazarnos con el retorno de sus pitufos superdesarrollados). Y no solo eso; también es el hogar de grandes obras del cine exploitation, y la editorial La Mansión Del Terror nos lo recuerda con el segundo volumen de Low Budget Films, con un subtítulo tan revelador como Canadian destroyer.
Profusamente ilustrado, el libro presenta un descenso a un Canadá convertido en escenario para rodar por cuatro cuartos auténticos despropósitos fílmicos, a mayor gloria de las más diversas criaturas de la noche, como caníbales, zombies, vampiros y otras hierbas. . Hasta 110 títulos tan gráficos como “Frankenpimp”, “Draghoula” o “Kill them and eat them” pasean sus fotogramas por este canto a un fenómeno que tiene su propia denominación, canusplotation, y que hizo y hace las delicias de los amantes del cine de serie B, Z y más allá.
El título ya puede adquirirse en la página de La mansión del terror. Un viaje por el otro cine de Canadá porque el espectáculo no acaba en las Rocosas.