Eat Pray Love
Estados Unidos
140 minutos
Confieso que escribo este artículo para dar sentido a los 133 minutacos que he perdido viendo esa basura. No lo hago para advertiros de que no la veáis. Allá vosotros si sois tan besugos como lo he sido yo. Lo hago porque necesito encontrar lo que he perdido, mi dignidad como espectador. Y aún más importante, mi apetito sexual. ¡ESTA MIERDA HA CONSEGUIDO QUE DEJEN DE GUSTARME LAS MUJERES!
Bueno a ver, tampoco tanto, no es que me haya vuelto asexual o gay de golpe; la aversión hacia el sexo femenino me duró poco rato, sólo tuve que visionar este vídeo y arreglado, pero es que joder, que una mormona chiflada con telarañas en la chirla de repente se arranque a escribir mamotretos sobre vampiros homosexuales es una cosa, un caso aislado, pero esto… hay para indignarse coño, que es un BIOPIC, que la pedante tontalculo ésta existe de verdad…
“Mi madre siempre me decía que tontalculo es la que hace tonterías…”
Para poneros rápidamente en situación, Come Reza Ama es autoayuda para putos ricachones, que se desesperan porque no saben qué hacer con el dinero que tienen y juegan a irse a la India a disfrazarse de pobres y a vivir súper espiritualmente, pero eso sí, sin separarse de lo más básico: La Visa Oro, el MacBook para tuitear y el teléfono vía satélite para contar a las amiguitas cada noche lo monos que son los niños que piden por las calles. Sumadle a eso que la ricachona en cuestión es una cuarentona buenorra (personalmente a mí Julia Roberts no me gusta lo más mínimo, pero objetivamente reconozco que no es “fea”) cuyo único problema es que un día se aburre de estar casada, aspira a algo más y decide encontrarse a sí misma en un viaje lleno de lujazos sólo accesibles a la alta sociedad; pobrecitos ellos.
Porque estar casada a los cuarenta es renunciar a lo mejor de tu vida. Porque si a tu marido no le apetece ir de viaje contigo una semana después de ocho años juntos, es hora de mandarle a tomar por culo. Porque los hijos son el yugo que los hombres imponen a las mujeres impidiéndoles realizarse. Por todo eso y mucho más, ¡di basta Mujer! ¡haz el equipaje, coge tu talonario de cheques y encuentra ‘your inner truth’!
Eso es Come Reza Ama. ¿Entendéis ahora lo que decía en el primer párrafo?
CAGA BLASFEMA ODIA
Come Reza Ama cuenta la historia de Elizabeth Gilbert (Julia Roberts), personaje absolutamente real en cuyo repugnante libro autobiográfico está basada esta basura. Elizabeth es una escritora de éxito de esas que escribe para las revistas y se pasa la vida de fiesta cool en fiesta cool, que viaja a tutiplén, que no tiene jefes que la exploten como a los “probes” y que jamás tiene que madrugar y, menos aún, cuadrar las cuentas a fin de mes porque siempre tiene justo aquello que le sale del coño cuando ella lo necesita; o sea, una zorra yuppie de mierda que tiene tanto dinero que no sabe qué hacer con él. Es tan pija y tan rica y tan hija de la gran perra que resplandece con un halo dorado allí donde va, y más aún hace resplandecer a todas las personas que conoce con el poder de su pijerío:
Es tan recontrapija que el Sol siempre va por detrás.
Elizabeth, con esa vida tan dura que lleva, peor que la de un granjero birmano, se siente muy desgraciada como es natural. Una noche tras salir de una fiesta de gente súper guapa y súper pro, Elizabeth sufre el golpe definitivo, la gota que colma el vaso, agarraos: su marido (Billy Crudup) no quiere irse con ella de vacaciones a Aruba y está pensando en retomar los estudios universitarios (ojo, que si fuera al revés, como al marido se le ocurra quejarse de que su mujer no le hace caso es que es un cerdo y un machista). Esto le hace tener una crisis del copón que hace tambalearse el universo y que ríete tú de Fukushima y sus ridículos niveles de radioactividad:
Tiempo atrás, en uno de sus múltiples viajes de “trabajo” (jajajajajajajajjajaajajaja qué risa, me meo) Elizabeth había estado en Bali, donde conoció a un viejo desdentado y senil, supuestamente gurú, que le dijo que iba a “perder todo su dinero, que luego lo iba a recuperar, que iba a tener dos matrimonios, uno largo y uno corto y que iba a pasar una temporada viviendo en Bali”. Vamos, que le hizo la videncia a lo zarrapastroso. Cuando su marido le dice que no quiere ir de viaje con ella y que quiere volver a estudiar, Elizabeth lo tiene más claro que Josué Yrion cuando dice que los Nintendos son satánicos: “ESTE ES EL MATRIMONIO CORTO. YO DIVORCIAR”. Así que, sin perder ni un minuto se divorcia de su marido, que ante tan gilipollesca y absurda calamidad se desquicia irremisiblemente, como demuestra durante la reunión del acuerdo de divorcio:
Pero a Elizabeth las chalupadas de su ex le sudan el coño, ella se divorcia igual y acto seguido busca apoyo en su amiga negra casada con el típico “Homer” calvo y tonto (y blanco, porque el amor interracial está de moda y es cool), que dice patochadas y no se entera de lo que hablan y sienten las mujeres, pero como es graciosillo y bonachón, la negra súper pro lo quiere un montonazo.
Qué, Elizabeth, ya pronto cumplís los diez años de casados ¿no? Ah ¿que te has divorciado? D’OH!
Al poco se lía con un actor de teatro llamado, agárrense los machos, David Piccolo (James Franco en modo “Doy Asco” on) que le dobla las bragas cuando van juntos a la lavandería y es súper sensible y súper moooono y súper bloearghhhh, dame un cubo que vomito. A este tipejo lo conoce cuando, en un acto de pura ego-masturbación, se va con su amiga a ver una obra de teatro escrita por ella misma. Allí, envueltos en luz solar trasera nace el amor…
Love is in the air, in the rising of the sun…
Días o semanas más tarde, en una cena de parejas en casa de su amiga y Homer, nuestro héroe gordicalvo suelta la bomba:
Oooooooooh hecatombe…. ¡no tengo mi propia personalidad uterina! ¡Dónde están mis Saldevas! A partir de ahí su vida vuelve a caer en disgrace, Piccolino ya no le dobla las bragas ni quiere darle su dosis de rabo veinteañero. Así que Elizabeth decide dar un cambio super strong en su vida para encontrarse a sí misma. Enchega a la mierda al actorucho, coge su bolsa del dinero infinito (necesario nivel 10 de hechicería o superior) y decide irse a hacer el tour espiritual que necesita en el que Comerá, Rezará y Amará.
COME (y a ver si revientas)
Primera parada: Italia. Claro que sí, para zampar bien y disfrutar de los más deliciosos manjares has de ir a Italia, en el resto del mundo se come mierda, y los restaurantes italianos de otros países sólo son burdos sustitutos para ‘probes’. Así que Elizabeth se instala en Roma, donde se hincha a comer Spaghetti, Tortellini, Gorgonzola, Panini, Corleone, Lamborghini y toda clase de comida que te cums de exquisita, con ingredientes de puto anuncio de Buitoni; y donde conoce a una sueca solterona liberada y mega pro como ella y a unos italianos simpatiquísimos y campechanos que, como todos los italianos de las pelis de Hollywood que no son sobre la mafia, viven en una casa solariega de puta madre en medio del campo con fogones de piedra para hacer las pizzas y con un váter que huele a trufas de La Toscana (fuera coñas, esto último sería ideal, porque con la cantidad de comida que se zampa la tía debe cagar unos zurullos como enanos de jardín, con gorrito rojo y todo). Vamos, que la Florencia de Hannibal de Ridley Scott es el Barrio de Las 3000 Viviendas en comparación.
Los italianos campechanos le enseñan la belleza del idioma italiano, que se habla no sólo con la boca si no también con las manos y con todo el cuerpo (vamos, gesticulando más que el niño pastor).
-¡Beeeeella ragaaaaaazza topoliiino limonceeeello!
-¡Prosciuuutto capucciiino a tutti pleeeni!
También tiene súper profundas reflexiones ‘fíjate osea’ cuando visita las ruinas romanas de la ciudad, como podemos ver en el siguiente vídeo:
Y ayuda a su amiga sueca a que no se amargue por esos kilos de más que está pillando a causa de engullir pizzas margaritas de tres en tres, diciéndole que “cuando los hombres están delante de una mujer desnuda les dan igual los michelines, ya les ha tocado la lotería” (jiu, jiu, que los tenemos dominados a esos babosos, que piensan todos con su repugnante pene colgante).
Cierto, cierto, nos da totalmente igual…
Después de pegarse el atracón se van tan felices a ver el fumbol a un bar y después a comprarse tejanos de otra talla más grande, sintiéndose felices de no dar importancia a sus lorzas. ….Eeeeehm… ¿lorzas he dicho?
Seguro que esta mierda de escena fue la contribución de Julia Roberts a la película, “para demostrar que es una chica sin complejosss oissss” pero eso sí, sin molestarse en comerse una miserable caja de donuts para dar credibilidad a que el personaje se ha tirado un mes tragando carbohidratos a mansalva “uy no, que se me pone el pompis como el de una cow”. Cuando Renée Zellweger se curra más los papeles que tú, es que la jubilación y los anuncios de Vichy te llaman…
Efectivamente, las dos pánfilas están como sílfides, y lo que las vemos hacer es probarse tejanos claramente de dos tallas MENOS y reírse como imbéciles de que no les caben (¡!¿?). Si lo del viajecito para redescubrirse rodeada de lujo y placeres gastronómicos ya era un deshueve, lo de que “han engordado” directamente es un spot pro-anorexia con dos cojones. Menos mal que a los hombres nos importan un carajo los michelines, que sino igual las vemos rebanándose las carnes en plan El mercader de Venecia por miedo a sentirse rechazadas…
REZA (para no encontrarte conmigo por la calle)
Tras su estancia en Italia engullendo como una paquiderma, toca viajar a la India para pasar una temporadita rezando. Elizabeth ingresa en un templo de meditación de esos donde se viste con ropa harapienta y hace trabajos comunitarios como fregar suelos de rodillas (toda una experiencia para una pija de Nueva York como ella, que en su puta vida ha tocado una bayeta) con su fiel resplandor solar trasero como fuente de inspiración y tesón. Y así de paso elimina los kilitos ganados con el pepperoni y la mozzarella, ¡chachi guay!
Me sentía atada a mi matrimonio, una esclava de las apariencias y de la vida doméstica, pero ahora, fregando suelos con los mendigos me siento nueva, feliz y realizada como mujer. ¡No friego para un hombre, friego para encontrar mi verdad interior!
Meditando también conoce a un viejo de Texas que habla con palabrotas y pone motes a la gente (a Elizabeth la llama “carrillos” porque zampa a dos carrillos, jur jur qué grasioso e hinjenioso), al que su mujer dejó por ser un puto borracho y que ahora intenta perdonarse a sí mismo. Este personaje, cual oráculo de The Matrix, también le hará una revelación que te queigs que no se entiende una mierda de lo que le dice (de hecho no lo entiende ni ella, fijaos en su contestación cuando el tío acaba de hablar):
AMA (al primer piojoso que pilles, total para lo que te va a durar…)
Después de esta etapa fregando suelos y meditando, Elizabeth realiza su última parada en Bali, donde se reencuentra con el gurú desdentado que le dijo que su matrimonio iba a fracasar (wow, qué genio, acertó de pleno), el cual le deja leer unos manuscritos antiguos con hechizos para encontrarse a sí misma o no sé qué mierdas.
Un día que va en bici por la carretera sin mirar por dónde va, se topa con un misterioso conductor que casi la atropella. Elizabeth se hace pupita en una pierna y va a ver a una curandera divorciada que sabe mucho de la vida y le dice que necesita sexo, que tiene el cartílago de la rodilla muy seco (nota mental: en indonesio “coño” es “cartílago de la rodilla”).
Al estar divorciada, esta curandera está marginada por la sociedad de Bali, pero Elizabeth hará una colecta via e-mail entre sus amigos ricachos para que ella y su hija puedan tener una casa con azulejos azules (oighs qué redundancia) superfashion en el suelo.
Meanwhile, el hombre que ha estado a punto de librar a la humanidad de esta pija de mierda repelente vía atropello, resulta ser un brasileño (Javier Bardem pffffffffjajajajajajajajajajaja, sí, tan brasileño como mi culo), divorciado con un hijo de 19 años al que ama de forma absolutamente gay y que también necesita reencontrarse a sí mismo y tal…
“Venga machote, aguanta la humillación un día más y cobras el cheque…”
Tras quedar un par de veces, Elizabeth va a su casa y se tiran una semana follando (no se ve, por supuesto, aquí todo es muy místico y espiritual y si Julia Roberts no enseñó nada ni cuando interpretó a una puta callejera hace 30 años, ahora que está vieja y pelleja menos). Luego él quiere rehacer su vida junto a ella, pero ella…¡oh! ¡ah! ¡ayayayyyyy! (no se me ocurre una forma más coherente de describirlo, simplemente la pasión de esta pájara es cambiar de chaqueta a velocidad luz):
Por si no habéis entendido una mierda de la anterior verborrea ovárica, la cuestión se resume en que ahora que ya no tiene telarañas en la vagina, duda entre seguir pegándose la vidorra o atar su existencia a la de otra alma… Ohhh, dudas, dudas, ¿pendoning o no pendoning? … El gurú le saca de ellas porque todo lo que esta tía ha hecho y hace viene dictado por lo que suelta por la boca este viejo chiflado sin dientes (que pena que no le diga que debe tirarse por un acantilado para encontrar la felicidad), y esa es la verdad interior de mierda que ella busca, LA QUE LE DICE UN VIEJO PIOJOSO CON ALZHEIMER, Y NO HAY MÁS. El demente anciano le dice con solemnidad en el rostro:
“A veses perder equiriblio por amor es la única forma de vivir una vida con equiriblio”
Y se va con el Bardem a vivir su vida con dinero infinito y caipirinhas. FIN (el monólogo en voz en off final de la petarda, que por supuesto LO HAY, os lo ahorro, no vayáis a pensar que os odio o algo).
CONCLUSIÓN
Un mojón de burro sobre una petarda ricacha que lo único que pide es RAAAAAAAAABOOOOO (y esto es así, y Lidia Falcón ya puede abominar a gusto y echar espuma por la boca si quiere), por mucho que lo llame “viaje espiritual”, “verdad interior” “encontrarse a sí misma” o niños muertos. Pero ojo, rabo solamente, la carne pegada a él, que se llama hombre, bien lejos, y sin opinar, que se nos agobia la marquesa, que ella necesita ser a ‘free spirit’. Y es que cuando se es mujer y rica, el follar no se llama follar, se llama ”encontrar tu verdadero yo”.
Porque si a la tipeja se le pone la pipa al coño que tiene que divorciarse para ser independiente y reencontrarse a sí misma, pues lo hace y se mete unas vacaciones de alto standing de la hostia, ostentando toda su vil riqueza hasta que un viejo tercermundista le dice que el maromo random al que se ha ha follado esa semana es su futura media naranja (hasta que le dé por otra chifladura de ricacha estúpida, como convertirse al Islam o someterse a una ablación por voluntad propia, “para ser más pura de espíritu”, lo que no sería de extrañar). Y punto pelota. Si no fuera tan condenadamente hedionda, ridícula y gilipollesca que parece una parodia, casi podría decir que es la más repugnante representación del hembrismo que he visto en mi puta vida, pero encima hembrismo idiota e hiperpijotero: Yo me caso/friego suelos/engordo/adelgazo/como/cago/me pego un tiro PORQUE YO QUIERO Y NO POR QUE ME LO DIGA UN HOMBRE (un hombre no, te lo dice un momio vestido con andrajos, tonta de los cojones) y SOBRE TODO PORQUE SOY RICA Y ME LO PUEDO PERMITIR; mujeres de clase media-baja, jodeos. Un hembrismo tan cafre y subnormal que acaba siendo puro machismo, de lo repelentes y estúpidas que hace parecer a las Mujeres.
Resumiendo: NO VEAIS ESTA MIERDA (Sí, pese a todo, al final os lo he advertido).
Con lo poco que hubiera costado uno de estos y nos ahorras este pedazo de mierda de película… por no hablar de lo divertido que sería ver a Julia Roberts usar este artilugio para “Comer, Rezar y Amar”.