Batman ya no es sólo un icono del mundo del cómic, sino también una figura respetada e imprescindible en la historia del cine, gracias al trabajo de Tim Burton, Christopher Nolan y Zack… Esto… Christopher Nolan. Guste o no, este último cineasta supo ganarse a la crítica y a gran parte del público con su particular visión de este superhéroe, logrando incluso que una película tan taquillera como “El Caballero Oscuro” (2008) fuese nominada en los Oscars a categorías que iban más allá del apartado técnico. Pero llegar hasta aquí no fue nada fácil para el justiciero de DC Comics. Y es que este personaje no siempre ha sido sinónimo de buen cine (y para muchos, sigue sin serlo). Es más, durante gran parte del siglo pasado, fue todo lo contrario.
Aprovechando la DC Fandome, el revuelo que ha levantado el trailer de “The Batman” de Matt Reeves y que hoy es la Noche Internacional del Murciélago –en serio-, vamos a sumirnos en las penumbras del cine de serie Z y geolocalizar entre la oscuridad, algunos de los peores filmes protagonizados por Batman o, mejor dicho, por sus clones de saldo.
EL ENTRETENIMIENTO FAMILIAR DEFINITIVO
Dejando los seriales cinematográficos de los años 40 a un lado, para encontrar los primeros “bat-bodrios” habría que remontarse a los años 60, cuando Batman gozaba de inmensa popularidad gracias a la genial teleserie protagonizada por Adam West. El éxito fue tal, que incluso la citada serie llegó a los cines en 1966, en la que sería oficialmente la primera película del Caballero Oscuro. O morado, mejor dicho, porque esta versión colorida y camp del personaje choca por completo con lo que hoy en día se espera de él.
Atestada de sobreactuaciones, disfraces de baratillo, diálogos absurdos y gags que encajarían perfectamente en un cómic de “Mortadelo Y Filemón”, a menudo este filme es catalogado como bazofia. Pero nada más lejos de la realidad, porque “Batman” de 1966 es realmente una comedia disfrazada (y por momentos brillante), perfectamente consciente de sus limitaciones. De hecho, hace gala de dichas limitaciones y las explota constantemente para, como bien señaló el propio Adam West años después en el audiocomentario de la edición en DVD, “divertir a los niños y hacer reír a los mayores”, con el propósito de crear algo así como el entretenimiento familiar definitivo. Y desde luego que logra su objetivo, como atestiguan escenas tan hilarantes como la famosísima secuencia del batspray repelente contra tiburones, recogida en el siguiente inserto de Youtube y que es sólo una pequeña muestra de las enormes cotas de cachondeo que alcanza este largometraje.
Pero no nos vayamos por las ramas, porque el propósito era hablar de cine “malo”. Tras reivindicar esta injustamente maltratada película, ahora toca meterse en materia. En el fango, mejor dicho. Porque a esta teleserie y a su corrrespondiente versión cinematográfica, como no podía ser de otra manera, le salieron todo tipo de imitaciones, algunas tan descaradas y descacharrantes como la estadounidense “El Salvaje Mundo de Batwoman” (1966).
Un delirio pop de proporciones épicas dirigido por uno de los realizadores más desvergonzados de la historia del cine, Jerry Warren, quien se atrevió a utilizar el nombre de Batwoman en la película sin contar con permiso alguno por parte de DC Comics. Es más, fue demandado por plagio y aunque ganó el caso, poco después rebautizó la cinta como “She was a hippy vampire”, es decir, “Era una vampira hippy”. Un título que también le va perfecto.
Lo cierto es que la Batwoman de esta película poco tiene que ver con la de los tebeos. Con sus tacones, el tatuaje de murciélago en el escotazo, las plumas y la piel de visón/conejo al hombro, más que una superheroína parece una super madame de puticlub. Por no hablar de su ejército de batgirls, unas inútiles chicas bailarinas en bikini que se pasan la mitad de la película siendo secuestradas y, la otra mitad, moviendo las nalgas a ritmo de una omnipresente música twist.
Porque si algo le sobra a “El Salvaje Mundo de Batwoman” son bailes, que rellenan y rellenan minutos de un largometraje plagado de insertos de otros filmes. Y es que la desvergüenza de Warren era tal, que el director estaba especializado en el “cortaypega”. En concreto, compraba al peso películas mexicanas para después trocearlas sin pudor y reutilizar sus escenas en otras cintas. De este modo, el villano del filme está robado directamente de la obra mexicana “La Momia Azteca” (1957), y éste se comunica con sus acólitos a través de una televisión y por videoconferencia. Un truco barato de montaje para que las secuencias sustraídas encajen con el nuevo metraje filmado.
Siguiendo en Estados Unidos, no podemos obviar otra de las primeras cintas de superhéroes de la historia del cine, “Rat Pfink a Boo Boo” (1966), rebautizada en hispanoamérica como “Baty y Roby contra el crimen”. La cinta, una suerte de parodia de la teleserie de Batman de Adam West, fue dirigida por Ray Dennis Steckler, cineasta que se las prometía muy felices trabajando en los estudios Universal hasta que, cuenta la leyenda, dejó caer un decorado sobre el mismísimo Hitchcock durante el rodaje de un episodio de “Alfred Hitchcock Presenta”, lo que le desterró a las producciones de bajo presupuesto.
Steckler es conocido entre los aficionados al cine de serie B como el rey del “What The Fuck!” (“¿Pero qué coño?” en inglés), ya que se trata de un cineasta célebre por sus ideas de bombero alcoholizado y por mezclar géneros cinematográficos sin criterio alguno. Eso es justamente lo que ocurre en “Rat Pfink a Boo Boo”, que durante los primeros 40 minutos es una sórdida película sobre secuestros y acosos a mujeres sin chistes de por medio, para inmediatamente después convertirse bruscamente en una burda y disparatada comedia de baja estofa, sin que al espectador le dé tiempo a digerir el cambio de tono.
Es más, resulta inevitable atragantarse cuando el protagonista del filme, empeñado en liberar a su novia de unos secuestradores, decide repentinamente meterse en un armario junto a su jardinero. Segundos después, ambos personajes salen del armario, la imagen se torna rosácea -etjem- y les vemos disfrazados de auténticos mamarrachos, con los primeros trapos que encontraron a mano, como toallas a modo de capas y un pasamontañas para el protagonista. Son sin discusión posible los peores trajes de superhéroe de la historia del cine.
La palma se la lleva el jardinero -el equivalente de Robin-, que va vestido con remiendos de una sábana de cebra de puticlub -el mismo de Batwoman, probablemente- y una especie de gallumbos en la cabeza con dos antenas acabadas en bombillas, como si de un primigenio Chimo Bayo se tratara. En lugar del director, el plan de rodaje parece dictaminarlo el LSD, sustancia que debería figurar en los títulos de crédito como coguionista.
Todo esto se debe a la sencilla filosofía creativa de Steckler quien, según manifestó años después, rodaba sus películas con lo primero que tenía a mano y, por ello, cualquier cosa que fuera gratis era susceptible de salir en sus obras. Como por ejemplo, el gorila de la secuencia final, interpretado por Bob Burns, un actor colega de Steckler que tenía unos días libres y un disfraz de simio a mano.
Dos años después, en 1968, Batwoman volvería a la serie B/Z, pero esta vez en México, con la película “La Mujer Murciélago” del prolífico Rene Cardona. Aquí, el disfraz de la protagonista es una versión femenina del traje de Adam West, en una coherente combinación entre Batman y el cine mexicano de luchadores, que desgraciadamente se torna en una película verdaderamente aburrida.
El elemento más esperpéntico lo encontramos en el villano de la cinta, un científico desquiciado, que parece que se ha escapado de una película de Ed Wood, ya que su plan maligno consiste en “crear un ejército de hombres peces con los que dominar los océanos”. Dichos hombres peces son señores en pijama y con careta de calamar mutante, cuyos ataques consisten en torpes abrazos más cariñosos que dañinos y en aguadillas prácticamente inofensivas.
BATMAN MADE IN ASIA
Dejando ya América, a Batman también le salieron clones en Asia, por supuesto. Para empezar, en Turquía, donde también decidieron hacer varias adaptaciones del héroe creado por Bob Kane, sin permiso de DC Comics, sin vergüenza y sin dignidad alguna. Entre dichas adaptaciones destaca la cochambrosa “Yarasa Adam Betmen” (1973), popularmente llamada “Batman Turco”, nuevamente inspirada en la teleserie sesentera, pero con un toque erótico festivo que la emparenta con las películas de Pajares y Esteso.
El equivalente otomano del superhéroe es un greñudo que, más que a Adam West, se parece a uno de los Chunguitos en sus años de gloria. Además, aprovecha cada minuto de metraje para magrearse con todas las mujeres que se le cruzan, en una cinta que por momentos parece una parodia softcore de las aventuras del justiciero. Y los rumores sobre la supuesta homosexualidad de Batman y Robin quedan borrados de un plumazo cuando les vemos a ambos yéndose de juerga a bares de striptease cada vez que pueden. Este sí que es un superhéroe oscuro y adulto y no el de Nolan.
La trama consiste a grandes rasgos en una sucesión de escenas en las que Batman le pone los cuernos a su novia y ligotea con mujeres (en paradas de autobús, en prostíbulos…. incluso algunas de las chicas se cuelan en su casa y él se aprovecha) que luego son atacadas o secuestradas. Luego las tiene que salvar, aunque en algunos casos no llega a tiempo.
A Batman se le ve la cremallera del traje varias veces, el batmóvil ha sido sustituido por un utilitario chungo de la época y la película cuenta con más música pirateada que un puesto del top manta, ya que, entre otras melodías robadas, suena el tema principal de la saga James Bond. Algo muy habitual en el cine de explotación turco de la época, donde se empleaban descaradamente composiciones de películas estadounidenses sin pagar derechos de ninguna clase.
Donde hallamos más plagios de Batman es sin duda en Filipinas. Durante las décadas de los 60 y 70 se rodaron casi una decena de películas sobre el personaje, muchas de ellas muy difíciles de hallar o perdidas para siempre. Entre ellas, destacan títulos tan apetecibles como “Batman Fights Dracula” (1967) o “Fight, Batman, Fight!” (1973).
De este país también proceden “Alyas Batman en Robin” (1965), parodia musical editada en España por Asian Trash Cinema bajo el título de “Las locas aventuras de Batman y Robin” y, redoble de tambores, uno de los mayores desvaríos del celuloide, “James Batman” (1966). Esta última, una cinta que, como su nombre indica, se atreve a mezclar a James Bond con el superhéroe de DC Comics. Dos infracciones del copyright por el precio de una, como sólo los filipinos son capaces de hacer.
Protagonizada por el popular cómico filipino Dolphy, que interpreta a los dos protagonistas al mismo tiempo, “James Batman” en ningún momento se toma en serio a sí misma. Ridiculiza a ambos iconos por igual y la trama, que discurre de gag en gag, es sumamente absurda, con un plan de los villanos que consiste ni más ni menos que en expandir el comunismo por el mundo.
Si le echáis valor, la podéis ver entera en Youtube a través del siguiente enlace con subtítulos en inglés: https://youtu.be/RzV02HlV0uw
Yéndonos a Hong Kong, lo más parecido a Batman que podemos encontrar podría ser “Catman”, (1990) de la infame productora IFD, famosa por sus películas protagonizadas por ninjas con trajes de colorines tan apropiados como el amarillo chillón o el púrpura (de los que Loulogio dio buena cuenta en su canal de Youtube), ideales para camuflarse en una cabalgata del orgullo gay.
Sin embargo, las similitudes de este filme con el cómic de DC son pocas y no van más allá del nombre. El superhéroe en cuestión es un tipo trajeado con una pegatina cutre en la solapa y unas gafas de realidad virtual, que fue arañado por un gato radiactivo y, en lugar de pillar cáncer o una alergia chunga, adquirió superpoderes, lógicamente.
Nuevamente nos encontramos ante otro típico y descarado “cortaypega” de la IFD, donde secuencias de una película tailandesa son combinadas de mala manera con escenas de nuevo cuño filmadas por actores amateur, en su mayoría turistas occidentales que veraneaban por Hong Kong y se sacaban unas perras participando en bazofias como esta.
EL PLAGIO QUE SE IMPUSO AL ORIGINAL
Pero si hemos de detenernos en un país asiático en concreto, tenemos que hacerlo en Corea del Sur, donde Golden Bat -no confundir con el personaje japonés de mismo nombre–, el plagio local de Batman, adquirió tal relevancia que, según cuentan, se hizo más famoso que el modelo original de DC, marcando a toda una generación de surcoreanos.
Golden Bat consiste en una versión del justiciero de Gotham pintada de amarillo y capaz de volar cual Superman. Por increíble que parezca y a pesar de la pésima calidad de sus películas, el personaje traspasó fronteras y llegó a países como Argentina o la propia España. Aquí le conocimos en la película “Golden Bat” (1979), una absoluta aberración que supone la cúspide, invertida, del cine de animación coreano y fácilmente podría ser considerada la peor cinta de dibujos del universo.
Lo cierto es que el Batman de saldo sólo aparece unos 10 minutos en todo el metraje y, en su lugar, tenemos que soportar a cuatro niñatos con problemas mentales, mientras disfrutamos de la mayor colección de culos en pompa jamás vista en una película infantil.
Y es que los responsables del filme muestran una extraña e insistente obsesión por los traseros de los personajes, como se puede comprobar en el siguiente inserto de Youtube, donde Golden Bat, más que apalizar a sus enemigos, parece que los sodomiza.
Además, todo está tremendamente mal hecho en este bodrio, donde los seres y objetos tiemblan espasmódicamente y sin motivo aparente, hasta el extremo de que la cinta parece que fue animada por ilustradores con sobredosis de cafeína mientras tenía lugar un terremoto de grado 8 en la escala Richter. Tales son los tembleques, que los personajes del filme, cada vez que tienen miedo, da la sensación de que copulan con los elementos que hay a su alrededor.
Pero Golden Bat no se limitó al terreno de los dibujos animados. Su aparente éxito fue tal, que también protagonizó películas de acción real, como “Golden Bat Vs Mazinger” (1990), donde el plagio en esta ocasión es doble y el ridículo todavía mayor. Por ahí también aparece el Castillo de Grayskull, y aunque ya no encontramos culos en pompa, sí que nos toparemos con dobles sentidos y perturbadoras insinuaciones sexuales con menores de por medio.
La escasez de presupuesto y recursos es preocupante. Así pues, la película está filmada en dos calles y un descampado, la banda sonora son dos niños pequeños cantando sobre un Casiotone, el Mazinger del título es un juguete de un bazar chino y los enemigos son cuatro hombres lobo en mallas de colores, a los que se les vislumbra la carne humana debajo de sus caretas de carnaval. Y cuando recrean batallas especiales, que las hay, los responsables recurren a rancios dibujos animados y arreando.
El viaje por el lado más oscuro de Batman va tocando a su fin, y por ello hemos dejado lo más estrambótico para el desenlace, donde toca hablar de Pakistán. El país vecino de la India también puso su mirada en Batman en varias ocasiones, como en la inenarrable película ‘International Gorillay’ (1990), donde los protagonistas, unos fundamentalistas islámicos, tienen la sagrada misión de matar al mismísimo Salman Rushdie, que ha ofendido a Alá con su obra “Los Versos Satánicos”.
La película, un despiporre de más de tres horas de duración, muestra a Rushdie como un villano de opereta propio de una película de James Bond, y el propio escritor ha declarado en varias ocasiones que se ha carcajeado a gusto con semejante despropoósito cinematográfico. La referencia a Batman la hallamos en una de las secuencias más insólitas del filme, donde los protagonistas, para pasar desapercibidos, deciden disfrazarse del popular superhéroe.
Pero en lo que a Batman se refiere, donde sin duda tocó fondo el cine pakistaní fue en su visión de uno de los más icónicos villanos de la serie. Nos referimos a Catwoman, que en 1997 recibió su propia versión en la película “Da Khwar Lasme Spogmay”. Un filme de terrror donde la Mujer Gata es interpretada por una señora bien entrada en carnes, que no representa precisamente el canon de belleza al que estamos acostumbrados en Occidente. Será mejor que lo descubráis por vosotros mismos en la siguiente secuencia, narrada por los responsables del vidcast Videofobia.
Y para los completistas, terminamos este reportaje con una selección de carteles de otros bat-bodrios.