Dune
Estados Unidos, Hungría, Canadá, Reino Unido
155 minutos
Fan Service. Ese concepto que empleamos como nos sale del orto en las conversaciones “zinéfilas” para dárnoslas de listos, para denostar obras que odiamos, acusándolas de ser un producto prefabricado para un séquito predispuesto a engullirlas sin ningún sentido crítico. Cuando las adoramos, en cambio, decimos “homenaje”, “guiño”, “referencia” o “qué polla más gorda tienes, James Gunn, dame más, dame más”. Ejemplo: Rogue One es fan service, The Mandalorian es “nuestra infancia volviendo a la vida” (JAJAJAJAJAJA).
Una es “Copia descarada de la escena del metro de Depredador” (inserte aquí el meme de Jackie Chan WTF). La otra es SABLEVERDEAHAHAHAHAHAAAAAAAAAAH ME CORRROOOOOO….”
LECHES. El fan service, tal y como yo lo entiendo, o mejor dicho tal y como debería entenderse, porque yo tengo la polla más gorda que James Gunn y ahora defino la realidad como me sale de la punta de la ídem, es hacer algo EXCLUSIVAMENTE dirigido a los fans de una obra, sin que te importe una mierda el resto del mundo. ¿Que el resto del público entra en coma de aburrimiento porque no conecta ni drogado con lo que estás haciendo, o peor aún, que no entiende un carajo? Que se jodan. Si el rebaño de verdaderos adeptos es lo suficientemente grande, su lefa sepultará la indiferencia y la ignorancia de todos esos infieles que pasan de tu puta cara los muy cazurros, por no haberse leído el libro, visto la serie web o jugado el videojuego de turno.
Dune, la película, ES fan service.
NO HE LEÍDO LA HIPERFANTABULOSA NOVELA DE FRANK HERBERT. Ni pienso hacerlo. ¿Para qué? Si han hecho una película exactamente igual, ¿no? He ahí el problema. “Dune” describe una maraña de intrigas políticas englobadas en el marco de una guerra interplanetaria en un futuro lejano, con profecías, poderes y mundos extraños con un enfoque serio y realista, lo que se traduce en horas y horas de conversaciones diplomáticas y reuniones de capitostes, en un entorno gris y frío, alejado de las coloristas estridencias de los universos de fantasía que tanto gustan a la chavaladPAREZCO CARLOS BOYERO, J0DeR, ¿qué MEESTÁ PA2AND0? AAAARHGHDT2SOGTULAKK.
Dune, la película, adapta la novela de Herbert de forma minuciosamente literal, según tengo entendido (básicamente a todo el que le pregunto me dice “la novela es igual que la peli”). Y ahí está la cagada que, después de 126 años de cine, algunos siguen sin entender. ADAPTAR no es COPIAR. La película, por supuesto, encantará a los fans de la novela por una sencilla razón: porque ellos ya tienen en su mente una concepción de la historia y del universo de la película, con la que completan y enriquecen el visionado del film. Para un fan de la novela, la gris mediocridad de la película, incapaz de otorgar ni una puta capa de profundidad a lo que no es más que una parsimoniosa sucesión de discusiones políticas, es como un coloreable para niños, que inconscientemente irá completando con las impresiones que la lectura deja en la imaginación de todo lector (OTRA VEZ. Y AHORA EN SERIO, ¿QUÉ COJONES ME PASA, POR QUÉ ESCRIBO ASÍ? ME DOY ASCO).
La lectura contamina positivamente de este modo el visionado, y ahí tenéis la esencia del fan service: la película parece buena porque la novela lo es. Pero en el cambio de medio se pierde algo, se pierde ese % que queda a la imaginación del lector, que estimulado como corresponde por el talento del escritor, claro está, marca la diferencia entre un gran libro y un bodrio infumable. En consecuencia, todo el que no se haya leído el libro se va a encontrar únicamente con lo que la película puede mostrar en imágenes. Por eso, copiar literalmente convierte la obra literaria original, en la gran mayoría de casos, en un mojón aburrido e insulso para dicho espectador (especialmente si el director es un paquete). Pero ojo, os puedo asegurar que si el primer acercamiento a la obra hubiera sido la película y no el libro, un porcentaje muy alto, por no decir casi el total, de esos otrora fans pasarían por completo de leérselo después de verla, horrorizados ante tamaño tostón, sabiendo de antemano que “la novela es igual que la película” (es decir, justo al contrario, la película contamina negativamente la preconcepción de la novela; ¿cómo llamamos a esto? ¿hater service?). En cualquier caso, los aires de superioridad intelectual que parecen rodear al visionado de esta película, previa lectura del libro, son completamente deleznables y desde aquí me descojono en su cara.
“Nosotros sí que nos reímos en tu puta cara, paleto, pero NO PUEDES VERLO, XDDD”.
Para salvar pues ese bache del desconocimiento, para todos aquellos que no se hayan leído la novela, vamos con un pequeño resumen del argumento. La acción se sitúa en el año 10191 y todo gira en torno a un planeta llamado Parraques o algo parecido, y que es básicamente el Puto Desierto de “Dunyayi Kurtaran Adam“, en el que existe una sustancia llamada especia que permite “viajar por el espacio”, muy codiciada por todo cristo y que para más inri solo existe en ese planeta. Los habitantes de Parraques, unos beduinos que viven en medio de la arena y se visten con andrajos, también usan la especia para viajar, pero de otra forma, SE LA FUMAN. El caso es que al inicio del film, el control de las prospecciones de especia lo tienen unos tipejos llamados Hardcores, que habitan en el planeta Optimus Prime o algo así, una estirpe de calvos feos liderados por un gordo seboso que levita y al que en una escena vemos sumergirse en una bañera llena de lo que parece su propia diarrea.
“Txumari Alfaro dice que esto va muy bien para los poros”
(Reíos, pero la sobrada de ver a este hipopótamo rebozado en mierda líquida es lo único que me causó cierta diversión e interés de toda la película, dado que el resto es un completo aburrimiento argumental y visual)
La movida empieza cuando un personaje al que nunca vemos, “El Emperador”, que por lo visto es el mandamás del universo, un día decide, mientras estaba cagando (esto me lo imagino yo), que los Hardcores saquen su culo del Puto Desierto porque a partir de ahora los encargados de petarse la especia van a ser los guapitos de cara apocados de la casa Atreyu, cuyo heredero es el gilipollas de “Call me by your name”. Un nene que tiene sueños raros y un poder que no controla (como siempre) hasta que llega la escena en que lo controla (como siempre) para salvarle el culo a su madre y a sí mismo, revelándose que él es EL ELEGIDO y blablablá (luego lo explico más). Total, que todo esto provoca una guerra por el control de Parraques, en el que las diferentes casas se enfrentan y se dan de hostias con intrigas palaciegas, intentos de asesinato y llamadas telefónicas a las tres de la madrugada. Esto a su vez irá dejando entrever que el Emperador ha hecho esta putada para joder a los Atreyus porque el elegido es peligroso y mehemhmehemehe, LO DE SIEMPRE.
Sí, lo sé. Los bizcochitos nacidos a partir del año 2000 os estaréis preguntando cómo se puede tener tanta jeta de copiarse de Star Wars, Matrix y Juego de Tronos y unas cuantas mierdas más que paso de decir, pero seguro que os las sabéis, todo bien mezclado pero no agitado, y que nadie les haya puesto una denuncia. Bueno, os lo explico. Resulta que el mamotreto en el que se basa este potaje es de 1965, así que los copiones son todos los demás. ¿Cómo te quedas? Ahora volved a preguntaros qué hostias hace ese puto barbudo que no acaba “Vientos de Invierno” ni aunque los “fans” estén pensando ya en hacer un Verkami para mandarle un sicario a partirle las piernas, si lo único que en realidad tiene que hacer es seguir fotocopiando el trabajo de uno que cría malvas desde el 86… En fin, sigo… AH NO, CALLA, QUE YA LO HE EXPLICADO TODO. Porque no os he dicho lo mejor: esto solo es LA PRIMERA PARTE. ¿Cómo? En efecto, esta película solo llega hasta LA MITAD. Falta una segunda parte, que NO ESTÁ CONFIRMADA POR WB EN LA FECHA EN QUE ESTOY ESCRIBIENDO ESTO (ellos siempre haciendo las cosas tan de puta madre, son unos cracks). Ya veréis qué risa…
“Mira cómo floto. ¿Me haces una foto?”
(Esta imagen es igual de imbécil aquí insertada que cuando sale en la película, las quejas se las hacéis al Villeneuve).
Así pues tenemos que más de la mitad de la película son escenas calcadas unas de otras en las que una nave aterriza y de ella bajan unos mamarrachos a cada cual más ridículamente vestido, que parlamentan durante seis o siete minutos (y a veces el doble de ese tiempo) con otros mamarrachos que estaban esperándoles en la pista de aterrizaje. ¿De qué parlamentan? De acuerdos, documentos, de ceremonias, de lo cabreados que están los calvos con la sociedad y con los Atreyus y de cómo se ha quedado el día.
De todo lo que se encarte para llenar tiempo hasta que se acaba la película y Zendaya te dice que “ESTO ES SOLO EL PRINCIPIO” justo antes de los créditos, ahí con un par (por cierto, SPOILER). Pues a ver si de tanto pasaros de listos y de mearos en la cara de la gente va a ser el final también, porque tirarse dos horas y media para esto debería estar tipificado en el código penal. Por supuesto, ellos también lo pensaron, así que un par de batallas que parecen metidas por pereza hay, lo justo para no pegarle fuego al cine.
En el universo de “Dune”, que caigan auténticos chuzos de punta no es impedimento para celebrar sus imprescindibles reuniones al aire libre, es más, aprovechan tal circunstancia para remojarse bien con la ropa puesta y prescindir de duchas y lavadoras. Dos pájaros de un tiro.
Pero no se vayan todavía, aún hay más (película no, pero crítica sí). Dado que la película es puro y hermético fan service, los desconocedores de la novela no estaréis familiarizados con la mitología de DUNE. Adentrémonos pues en ella y descojonémonos un poquito con la representación cinematográfica que ha hecho de la misma el inepto de Denis Villeneuve y su panda de haraganes.
EL CARACORCHISMO, LA PLAGA DEL FUTURO.
“Dune” nos presenta un universo en el que los seres humanos están aquejados por una extraña enfermedad que les causa una permanente parálisis facial, lo que les impide mover ni un solo músculo de la cara. Como “Elegido” que es, Callmebyyourname es el más afectado por esta espantosa dolencia, tal y como podemos apreciar en la siguiente galería de imágenes:
Stoned faces don’t lie, baby when you’re high… ♫
Pero para ser justos, el resto del reparto tampoco se queda corto. Parece un campeonato mundial de estatuas humanas.
LOL: Si te ríes pierdes edición 10191
Viendo este panorama, no me explico cómo no contrataron a auténticos maestros de la inexpresividad como Milla Jovovich o Ryan Gosling, e incluso apunto más alto: esta película hubiera podido suponer el retorno a la gran pantalla de nuestro gordo favorito, Steven Seagal. Se hubieran podido ahorrar así los 30 kilos de látex que le han tenido que poner a Stellan Skarsgard, aunque eso sí, hubieran tenido que convencerle para cubrirse la coleta con un gorro de piscina color carne para pasar por calvo, porque ya sabemos que cortársela ni de coña.
Por cierto, que Javier Bardem también se pasa por ahí un momento y demuestra que los sabe imitar a todos a la perfección:
“¡Esto es Espartaaaa…! Ay, no, me he equivocado, disimula…”
El único que parece inmune a la enfermedad debido a su sangre hawaiana es Jason Momoa, que se pasa la película sonriendo y levantando las cejas con su inefable cara de “Os voy a empotrar nenitas”.
Aunque cuando le llega la muerte, él también sucumbe al caracorchismo…
También descubrimos que los habitantes del universo de “Dune” por lo visto odian los muebles y los electrodomésticos, y aunque viven en palacios y templos enormes, estos están prácticamente vacíos, por lo cual se pasan casi toda la película de pie pues no tienen ni una triste silla, ya no digamos un sofá. Además de algunas otras costumbres bastante curiosas, algunas incomprensibles para nosotros, que ilustro en las siguientes imágenes:
Cubrir la cara de las viejas con redes de pesca.
Practicar el free bleeding.
Jiñar antes de batirse en duelo ceremonial.
Coleccionar suvenires adquiridos en Las Ramblas de Barcelona.
Y claro está, la citada más arriba de bañarse en heces licuadas, pero creo que esto solo lo hace el jefe de los malos. Todo ello, como digo, nos puede resultar chocante, pero en un universo en que no existe la tele, ni internet, ni los niños, ni las mascotas, ni los bares, ni los parques, ni los videojuegos, ni los deportes, NI EL SEXO (“engendran hijos”, dicen en algún momento, pero debe ser por mitosis porque lo que es relacionarse, no se dan ni los buenos días), ni nada de nada, salvo las reuniones políticas, a juzgar exclusivamente por lo que se ve en las dos horas y media que dura esta insufrible oda al funcionariado. ¿Qué cojones queréis que haga la gente para no morirse de asco? Pues el imbécil, a la vista está.
Lo de las mascotas no es del todo cierto, tienen esta especie de NEGROS CON SEIS PATAS (a mí no me miréis, ¿en la novela no es igual esto?) de los cuales naturalmente desconfían, y por ello cuando tienen una reunión de la suyas y hay uno cerca, activan un artefacto llamado “el cono de silencio” que impide oír nada a los que están fuera de él.
Eso sí, no pueden faltar tampoco las IMPORTANTÍSIMAS ESCENAS DE GENTE QUE ANDA POR EL CAMPO, tan socorridas y baratas de rodar:
Entre el fotograma superior y el inferior transcurre medio minuto de plano fijo, sumado a como dos minutos más de primeros planos de estos dos imbéciles hablando de que va a haber muchos peligros en Puto Desierto y la herencia de los Atreyus y blablablá. Eso es ahorrar presupuesto como un campeón y lo demás son hostias.
Hablemos ahora de la peculiar tecnología que parece existir en el universo de “Dune”, empezando por la famosa especia, que no dejan claro cómo funciona exactamente, aunque parece ser que en todos los casos hay que metérsela en el cuerpo de alguna forma. A unos les permite “trazar rutas seguras por el espacio”, y mientras a otros les hace flipar y les “preserva la vida” (supongo que depende de cómo te la tomes, fumada o en supositorios, no sé). Un todo vale superchachi, como el chapapote de “Prometheus“, que da lo mismo que te lo eches al coleto como que se convierta en un gusano que se te mete por el esfínter y te convierte en zombie con mixomatosis.
En el futurista universo de “Dune”, no es necesario sacar las bolsas de basura, ellas solitas se van andando al contenedor.
También tienen una especie de helicópteros que en vez de hélices tienen alas que vibran a gran velocidad como si fueran libélulas (¿?), o unos escudos de energía de lo más imbéciles que detienen únicamente los disparos de “alta velocidad”, lo que les obliga a luchar con espadas y armas cuerpo a cuerpo (y aquí la vuelven a cagar porque luego vemos al gilipollas o a Jason Momoa peleando en plan ninja y moviéndose a toda hostia y los espadazos que arrean muy lentos no son). También disponen de otras armas como venenos en cápsula y bombas, así como armas de fuego normales y corrientes, que visto lo visto tienen de adorno, y una especie de minidrones que sirven para ¿matar? ¿espiar? (bueno, se ve UNO de estos, y ya no se ven más, deben ser muy caros o algo).
¿Ya está el doctor Gero tocando los cojones otra vez? Pues le van a salir unos androides de mierda como recoja células de estos deficientes.
Por el contrario, los habitantes de Puto Desierto, como bereberes galácticos que son, aparte de sus mugrientos harapos y sus AK-47 armas, mucho más no tienen. Llevan unos tubitos en la nariz no sé para qué (seguramente para esnifar la especia esa), y tienen una sociedad de lo más razonable basada en que el jefe es el que más hostias reparte de la tribu (mejor que los Atreyus, donde parece que manda el más pasmarote, y no hablemos de los Hardcores, donde manda el más gordo). Además respetan/adoran/reverencian a unos gusanos gigantes que tragan como cosacos y que son lo más famoso y lo que menos se ve de la película. En cierto momento, El Gilipollas deja a todos flipando cuando casi al final de la película, ocurre esto:
Sí, yo también hago mi fan service que solo gustará a los cuatro carcas decrépitos que quedamos por aquí, ¿qué pasa?
Por cierto, que los gusanos cuando salen de debajo del suelo para comer, se parecen a cierta cosa:
Igual que los vehículos que utilizan los Atreyus en Parrakes se parecen a otra cierta cosa:
Y cierto momento de no sé qué ceremonia que me importa tres cojones también se parece a cierta cosa:
Pero bueno, tú me copias, yo te copio y estamos en paz. En el departamento creativo cobran por rascarse los huevos a dos manos y todos contentos.
Me da un palo increíble, pero toca hablar de la profecía, el Elegido, los poderes del Gilipollas y toda esa mierda. Hay una serie de elementos que medio explican (y la verdad, no me quejo, mejor así que parrafadas infumables de “blablabla esto es así y asá porque hace mil años fulanito se tiró un pedo en la cara de menganito” que me importan tres mierdas), como que las mujeres se visten con hábitos que parecen bolsas de basura (sí, lo que habéis visto arriba no eran deshechos, eran mujeres) en una especie de religión matriarcal, y que la madre de Atreyu en principio estaba destinada solo a “engendrar hijas” (las Baby Gender Reaveal no tienen mucho éxito aquí tampoco, algo bueno tenía que tener esta mierda de universo), pero contra toda expectativa, parió al Gilipollas. El caso es que hay un extraño poder que según entendí solo pueden tener las mujeres llamado
que consiste en QUE OS LEÁIS EL CÓMIC “PREDICADOR”, y resulta que el Gilipollas también lo tiene. Un poder tan chungo como ese IGUAL QUE EN “PREDICADOR”, convierte al que lo posee en básicamente un puto dios, y este es el punto en el que para mí este universo se cae con todo el equipo: NADIE puede librar una guerra contra ti en el momento en que tienes un poder como el de “PREDICADOR”, es absurdo se mire como se mire, como absurdo (gilipollesco, diría más bien) es que no utilicen ese poder a diestro y siniestro para hacer lo que les salga del mismísimo coño.
¿Que tiene limitaciones? ¿Que no se puede usar más que en los años bisiestos o cuando el asteroide Pichurrinus surca el cielo, o cuando los manatíes menstrúan de seis en seis? Ah, ni idea, en la novela igual lo explican, aquí en dos horas y media se ve que no han tenido tiempo… En “PREDICADOR” sí que lo explican bien, hala, leéroslo.
Total, que el Gilipollas desarrolla este poder, aunque al principio de la película no lo controla pero luego en un momento en que él y su santa madre están atados como salchichones en un helicóptero Hardcore conducido por un cosplay de Billy Corgan en sus tiempos pelones, nuestro amigo sube de nivel, y entre él y su madre hacen una escabechina en diez segundos. También hay diversos momentos de la película en que el Gilipollas tiene sueños que son como mini-spoilers del futuro, de los cuales todos hablan con críptica solemnidad (haciéndose los interesantes, como si nosotros fuéramos idiotas, vaya), dejando claro que el Gilipollas es EL-ELEGIDO-QUE-TRAERÁ-EL-EQUILIBRIO-A-LA-FUERZA-DESPERTARÁ-A-LA-HUMANIDAD-TERMINARÁ-CON-LAGUERRA-PATATÍN-CHIMPUM.
Como al Art Book de Dune aún le faltan páginas para llegar a los 50 eurazos, pues junto con el negro de seis patas metemos otro animalico inútil en la película, esta rata, que nos dejan bien claro para nuestra vital información, que suda por las orejas.
Toda esta montaña de imbecilidad, que por otro lado tampoco se aleja demasiado de otros universos de ciencia ficción y fantasía (peores idioteces se han visto, por ejemplo en La Humanoide o en Star Trek), queda magnificada por el concienzudo trabajo de “mediocrización” que el equipo de producción, con Villeneuve al frente, ha ejecutado sin piedad, dotando a la película de la paleta de colores más fea y aburrida posible, que va desde el gris hasta el marrón caca, pasando por el amarillo diarrea; la dirección de actores más estática y paralítica que se pueda soportar sin sufrir calambres en el duodeno; y los decorados y paisajes más depresivos posibles (el plató donde filmaban los interiores, que seguramente es el mismo hangar vacío con diferentes cromas, la campiña de no sé qué cerro de las tres voces, tres pasillos llenos de mugre y arena y PUTO DESIERTO, básicamente, se podría haber rodado en el extrarradio de Catarroja sin efectos especiales).
Todo ello aliñado con la indispensable cacofonía del cafre de Hans Zimmer, que en un hercúleo estrujamiento de neuronas sin precedentes ha añadido a su “CHAAAAAAAAAAAN CHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN” un ensordecedor “WHOOOOOOOOOOOOOOOO WHOOOOOOOOOOOO” cantado por lo que parece un coro de grullas con papiloma en fase terminal. Todo ello convierte a “Dune” en el antiblockbuster definitivo, meándose y defecando fuerte sobre todas aquellas películas que copiaron vilmente la obra literaria original en una especie de venganza de Puerto Hurraco del aburrimiento, donde la diversión, la épica, y la acción son reventadas a escopetazos sin piedad.
Cuando vi esta imagen pensé que lo que estaba contemplando era genuinamente el inmenso mojón de un San Bernardo o su equivalente en ese universo, en mitad del suelo plantado y perfumando el ambiente. (No digo lo que es, os dejo que lo adivinéis).
Y no quiero despedirme sin poner una foto, justo debajo del mojón perruno, como no podía ser de otra forma, del jarrón florero de la película:
“¿Qué pasa, hijos de puta? ¿Os doy una hostia?”
Esta tía, que nos están metiendo por el culo y sin vaselina hasta en la sopa, probablemente sea la elección de casting más acertada de todas. Su perpetua cara de “no me suicido porque no tengo un barranco a mano”, presente en TODOS LOS FOTOGRAMAS DE TODAS LAS PELÍCULAS Y SERIES QUE EXISTEN DE ELLA sin el más mínimo amago ni de guiñar un ojo, es la encarnación perfecta del grado de muerte cerebral con que te bombardea los sesos la película. Ni todo el jodido arenal de Puto Desierto expresan mejor la aridez, la desolación y el aberrante aburrimiento de este ladrillo fílmico que ver el jeto de esta estúpida, luciendo ufana su pelo lleno de liendres al viento como si fuera un anuncio de champú. ¿Su personaje? Una puta mierda con la que el Gilipollas se hace pajas por las noches, por si no lo habíais adivinado.
CONCLUSIÓN
Bueno, pues ya está todo dicho. Los fans dicen que esta película es igual que la novela. Yo no he leído la novela, y os digo que la película es igual que mi crítica, claro que, igual algo se ha perdido por el camino, no sé, ¿es así? Vosotros decidís.
“Así que es peor que la mía, ¿eh? Vaya, vaya…”