CRITICAS
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Savage Vengeance (2023)

por en 10 octubre 2023
 

Érase una vez una mujer que se fue al bosque para escapar de la vida urbanita y poder tener un tiempo para sí misma. Todo iba genial hasta que cuatro malos hombres decidieron violarla en grupo aprovechando la impunidad que ofrecía aquel lugar alejado de cualquier posible testigo. Tras recuperarse de la catástrofe, la mujer magullada elabora un plan para vengarse de sus agresores asesinándolos uno a uno de forma fría y cruel.

Es la trama de “I Spit On Your Grave”, una película explotacional de 1978 que intentaba desatar una reacción visceral en el público generando controversia y, por lo tanto, publicidad alrededor del mundo. Un Video Nasty que, dejando al margen la ética de su temática, la manejaba con bastante mejor gusto que muchas otras cintas similares (creedme que si escribo en esta página es porque he visto mucha mierda). La película sabía tomarse su tiempo para presentar los personajes y no temía mostrarse cruda en los momentos en los que lo necesitaba, para que la ejecución de la vendetta personal se sintiera satisfactoria.

El ritmo era una pieza importante y “I Spit On Your Grave” necesitaba de toda la duración del largometraje medio para contar su historia…“Savage Vengeance” solo necesitaba los primeros 15 minutos.

El profe de la “Savage Vengeance” original, nos lo explica.

Casi cronometrado al segundo, “Savage Vengeance” (1993) tenía cinco minutos de una mujer caminando por el bosque, cinco minutos de una violación en grupo y cinco minutos de un profesor de universidad explicando con apoyo visual que la víctima salió impune de los cuatros asesinatos que cometió para vengarse. A partir de aquí, comenzaba la película y también mis deseos para que se acabase cuanto antes. Lo normal en la filmografía de Donald Farmer.

Hay que entender al bueno de Donald. Es una eminencia en esto del infracine, que se granjeó su fama en los 90 cuando las cámaras domésticas empezaban a tener precios asequibles y muchos largometrajes independientes grabados en vídeo podían conseguir distribución (algunos incluso eran buenos). Por eso, cuando se le presentó la oportunidad de rodar una cinta de vídeo con Camille Keaton, la actriz protagonista de la “I Spit On Your Grave” original, que aquí se acredita bajo el alias de Vickie Lahl, decidió escribir una secuela falsa de la película primigenia. Total, ya había hecho “Demon Queen” (1987), plagio churretoso de “Posesión Infernal” (1981) y un slasher genérico a más no poder como “Scream Dream” (1989). Es ahí cuando nace “Savage Vengeance” (que se vendió bajo el sutil eslogan “Yo bailaré sobre tu tumba”).

Tengo que creerme que una de ellas es Camille Keaton porque lo dice la Wikipedia.

Esta no es la crítica sobre esa “Savage Vengeance”.

Sino la de un remake terrible y estúpido, y la de algunas de mis consecuencias psicológicas.

Se ha estrenado este año de nuestro señor 2023 y ha sido distribuida por SRS Cinema, distribuidora que ha lanzado solo este año títulos como “Amityville Death Toilet” o “Cocaine Crabs From Outer Space”. Está dirigida por Jake Zelch, persona que desde ahora tiene mi total atención. Hay que estar en un momento de tu vida específico y tener ciertos conocimientos de cine para decidir grabar un remake de una falsa secuela de una de las películas más controvertidas de los años 70. Sobre todo, cuando no solo ya hay una trilogía remake, sino que también hay una secuela oficial que se estrenó hace no menos de cinco años.

Así pues, si decides realizar una versión de ‘Savage Vengeance’, tienes que hacerlo teniendo en cuenta varias cosas. La primera de todas es que la original es una basura. Cortita y al pie. Entonces… ¿Decides hacer cine malo propósito? No sería el primero, Gregory Hatanaka dirigió la secuela de “Samurai Cop” (1991) aprovechando su culto y, en cierto modo, James Franco utilizó el éxito de “The Room” (2003) para ganar la Concha de Oro adaptando “The Disaster Artist” (2017). Sin embargo, creo que es fácil asumir que el largometraje de Donald Farmer no llega al nivel de popularidad que las anteriores obras mencionadas. Además… Tampoco es muy divertida que digamos. 

En homenaje a Hitchcock, Donald Farmer hace su cameito en el remake. Lo de hacer pelis buenas… Ya tal.

La única explicación que consigo encontrar es la del simple y puro homenaje. Cualquier película es la favorita de alguien y ‘Savage Vengeance’ ha encontrado su público aunque sea un grupo reducido. Además, no sería el primero que decide realizar un remake de una obra no tan buena. Coger una historia con ideas interesantes pero una mala ejecución y mejorarla es una buena opción. A John Carpenter le salía “La Cosa” (1982), a Donald Farmer y Jake Zelch les salió “Savage Vengeance”.

Es un terreno peligroso lo de rendir pleitesía a una obra que te gusta. Puedes sufrir el “Síndrome del Disc-Jockey” que tanto estamos viendo con Dave Filoni en “Star Wars”, donde solo vemos los tres mismos macguffins, las tres mismas frases y los tres mismos elementos una y otra vez en diferentes situaciones. Una constante remezcla de conceptos que fagocita cualquier ápice de originalidad y no da paso a elementos más frescos.

La nueva generación viene preparada repitiendo hasta obras directas a vídeo.

Inteligentemente, Jake Zelch coge ciertos puntos comunes de la original. Visualmente decide ir por la estética retro, aunque debió saltarse varias partes del tutorial de YouTube. La película está en 16:9, eso es 12:6 más de lo debido, puesto que la cámara antigua con la que se grabó no soportaba esa proporción. Hagan las restas, yo ya he trabajado demasiado escribiendo esto. Por si fuera poco, durante el visionado asistimos a cómo el director va adornando el metraje con los peores green screens del ruido tan característico de un VHS que te puedes imaginar. La incrustación por croma: herramienta utilizada como arma por mucha persona autoproclamada cineasta. 

Para más inri, Zelch nos ataca no solo por el sentido visual sino también por el auditivo. En un intento de post-humor Kaufmanesco, decide que la primera conversación que oigamos no se entienda ni papa. Vale que en el cine casero de los 90 tampoco se entendía nada con la baja calidad de los micrófonos domésticos y que la cámara estuviera en constante ronroneo tocapelotas. Ahora bien, eso fue hace 30 años y nuestros oídos no tienen que sufrir por ello. Ojalá fuera esta la única tortura, pero es que la no-calidad trasciende lo técnico.

Narrativamente se apoya en la trama original y la relación entre las dos amigas estudiantes de universidad que se van de viaje de chicas para liberar el estrés que provocan las clases. A partir de aquí (y tengan en cuenta que con esto ya llevamos más de la mitad de película) la narrativa difiere intentando cambiar al villano de la trama. Mientras que en la original eran dos hombres villanescos con ganas de hacer maldades a dos inocentes mujeres, aquí son una pareja de caníbales hillbillies que, aparte de querer violar a las chicas, además se las quieren comer. Un cambio, aparentemente influenciado por ciertos relatos de la América rural que, según el crol de texto inicial, están basados en hechos reales.

Yo no he editado nada. Está a cámara rápida en el montaje final. Solo falta la música de Benny Hill.

Claro que al igual que en ambos filmes, jodieron a la mujer equivocada. El relevo generacional pasa de manos de Camille Keaton a las de Roni Jonah, pseudo legendaria actriz de serie de z de esta última década. Empezó en “WEW” (Women ‘s Extreme Wrestling), una compañía de wrestling de tercera donde su gimmick consistía en ser una estrella del rock y pegar a sus contrincantes usando una Gibson roja de forma no muy creíble. De ahí cogió su nombre artístico y después nos demostró su estómago trabajando, entre otras cosas, para varias cintas de Donald Farmer.

Dicho así, parece que estamos ante una de Scream Queen en potencia. Sin embargo para la actuación adecuada necesitas el papel y la dirección adecuadas y aquí no hay mucho donde rascar. Gran parte del guion son conversaciones improvisadas para rellenar minutaje o extensos paseos por Missouri con un Prog-Rock tan malo, que debería llamarse Rock Regresivo (este es el mejor chiste que tengo, es lo que hay).

Tras todo el relleno ya pasado, vamos a la carne magra: La violación. Otro momento donde difiere de la original y de su falsa secuela. Paradójicamente es un ‘rape and revenge’ donde la parte del rape deciden omitirla, alegando que la protagonista tiene amnesia post-trauma. Hay personas que alabarían ese intento de sutileza diciendo que es un gesto de buen gusto. Yo declaro que es porque no pudieron juntar a 4 o 5 hombres dispuestos a rodar una escena así. Sobre todo porque hay un intento de violación más adelante en la trama.

Intento de violación que se dirige como el momento más tenso de toda la historia. La culminación narrativa de lo acontecido hasta ahora. El clímax final que en realidad es una soberana mierda donde el violador, que atacando a la amiga de nuestra protagonista, recibe un castigo salomónico con la ya clásica emasculación rudimentaria. Rudimentaria y metafórica, pues es representado con el dildo de plástico más barato (y por lo tanto más anti sanitario) que puedes comprar en internet con envío gratuito.

Paralelamente, el personaje de Roni Jonah también tiene su escena de acción culmen con la otra parte de la pareja antagonista y evidentemente, también es patética. Una coreografía consistente en pegar por sorpresa a la persona que te va a ejecutar, meterte en un ataúd que casualmente estaba en el mismo descampado, para luego acabar saliendo al minuto y continuar la pelea. Un baile macabro y estúpido entre dos personas y una motosierra con el peor sonido FX que se ha hecho. Al menos, aparece la tumba titular de la película original y aunque nadie escupe en ella, ya es más de lo que hizo “I Spit on Your Grave”. Joróbate tú y tu nombre no literal.

Una de las cosas que tienen en común las películas de cualquier calidad, es que todas las historias se resuelven con los protagonistas salvándose y derrotando al mal. Paradójicamente lo que siento no es satisfacción sino una sensación de desgana. No debería sentirme como si hubiera visto una de Asylum. Lo que se supone que era un proyecto pasional de alguien que quería repetir una película muy oscura tanto en temas como en relevancia.

El director también quería hacer su “Matanza de Texas” y acabó haciendo las dos porque no se pudo decidir.

No ayuda tampoco que en mitad de la historia, asistamos a una escena sin venir a cuento de nada y sin mucha narrativa aparente, donde una mujer intenta escapar de un ático donde está encadenada. Un fraude con todas las letras que sirve como excusa para incluir a Tamara Glynn, la persona con mayor renombre de todos los créditos, ya que su fama se debe a que murió asesinada por Michael Myers en “Halloween 5” (1989). De esta forma, pueden decir que ha salido en tu película, protagonizar tu cartel y rascar alguna venta más que no haciéndolo. Por contra, en la cinta de Donald Farmer tenían a Melissa Moore, y creo que nunca sabré quien de los dos habrá vendido más copias de su versión.

Primera norma del cine de mierda moderno: Gástate todo tu presupuesto en el póster.

La primera “Savage Vengeance” sabe lo que es: Una película de serie B hecha para engañar a jóvenes en los videoclubs (o como pieza de contrabando esotérico si vivías en Reino Unido). Por lo tanto, su visionado irónico es muy poco recomendado si lo que buscas es reírte de ella. Lo único que vas a conseguir es frustración por no entender nada de lo que dicen, dolor de cabeza por la banda sonora hecha con un casiotone y lo más importante, aburrimiento de primerísimo primer grado.

Por el contrario, la versión actual es algo más extraño que una simple “peli mala”. La dejadez es algo a lo que uno está acostumbrado en el cine cutre, pues muchos directores hacen cine barato para ganar dinero rápido. Pero esto es intentar conseguir algo más grande y acabar con un producto inferior al que imitabas, siendo dicho producto algo más cercano a una estafa que a una obra de arte. Algo en lo que sí pueden verse reflejadas la una en la otra.

Puede que dentro de 25 años esta “Savage Vengeance” acabe encontrando un grupo que la adore y tenga además su remake canónico. Hasta entonces, habrá que esperar a ver cómo sale. Aunque yo aventuro que como mínimo será mejor que obras como “I Piss On Your Corpse” (2021), “I Spit On Your Gravy” (2012) y “I’ll Kill You… I’ll Bury You… I’ll Spit on Your Grave Too!” (1995) ¡Vivan los nombres largos! ¡Que le den por culo al SEO!

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