The Oogieloves in the Big Balloon Adventure
Estados Unidos
93 minutos
Esta película, destinada a público de muy temprana edad, tan temprana que alguno ha sugerido que está destinada a los espermatozoides, ha marcado un record. Se estrenó en 2.100 cines a lo largo y ancho de Estados Unidos y recaudó 400.000 dólares de vellón, lo que da una audiencia aproximada de 4 personas por pase y un palme para los geniales productores de esta cosa de unos 19.600.000 dólares; eso sin contar con los gastos de promoción.
Los Pocholiamores en la gran aventura de los globos
Es evidente que el nulo interés del público en esta cagarrutilla, hace el efecto contrario en los asiduos de Cinecutre.com; se convierte ipso facto en objeto de culto.
Aviso que lo que voy a contar está trufado de spoilers, pero en realidad, que os cuente el argumento de una peli basada en la fiesta de cumpleaños de una almohada, no tiene tampoco mayor importancia.
Vayamos con los personajes de esta aventura:
Gubi: Es cientástico, verde y por las gafotas podemos deducir que es el nerd o empollón. Supuestamente tiene ideas geniales y soluciona con sus inventillos cualquier entuerto.
Zuzi: Es marchaliciosa, amarillita limonera y habla todo tipo de idiomas y dialectos, incluyendo el almohadil, el simiesco y el gansardo. Le gusta ir de rosita porque es chica, pero es tan aventurera como cualquiera.
Tufi. Es de color, esteee… bueno es de algún color. El más joven de los ugüilofs, deportista, escalador y exhibicionista incorregible. Veremos sus gayumbos infinitas veces.
Rufi. El pez gruñón alérgico a masas de agua más grandes que su pecera. Su mayor virtud es su desternillante forma de eructar, sin olvidar sus comentarios agudísimos.
Eslufi: Una almohada que habla y ronca. Habla en almohadés y ronca una enormidad porque se pasa la peli durmiendo. Por cierto la cosa va de celebrar su cumple.
La extraña caterva de personajes se complementa con una ventana que habla, de nombre Windy y una aspiradora parlante que se llama J. Edgar y es de marca Hoover (eso es un intento de simulacro de ensayo de chiste). Nos consta que Leonardo DiCaprio se negó a prestar su voz a este bicho. Por cierto, que la aspiradora y la ventana se insinúa que mantienen una relación muy poco kosher y es que esta peli es muy rarita ella.
Pero vayamos con la aventura. Vemos a los Ugüilofs, Zuzi, Tufi y Gubi, son una banda de rock, toman setenta litros de Red Bull al día y para empezar nos cantan una linda canción sobre los Ugüilofs, todo con una naturalidad que hace intentar recordar si has visto antes a estos bichos… ¿Quizás en los Ugüilofs contra las Tortugas ninja?
¿O eran aquellos coleguis tan simpáticos en las clases prácticas de uso de orinal?
En realidad, sin más referencias, uno lo único que puede decir es que un Ugüilof es algo así como un peluche de colores chillones, hiperdesarrollado, con cabeza de melón y peluquines de colores aún mas chillones.
Los Ugüilofs nos explican que cuando veamos mariposas en la pantalla uno se puede levantar de su asiento y bailar, pero si vemos tortugas de paseo es hora de sentarse y ser formalito.
Hala nenes, ya es hora de dejar de tocar los cojones con el bailecito.
Más de un cineasta debería tomar nota de estas ayudas visuales, muy útiles por ejemplo para ayudar a los espectadores dubitativos a saber cuándo una maravillosa película merece una cerrada ovación con el público puesto en pie o para que la choni de turno cierre la puta boca o se meta el móvil por el dispensador de flujo.
Nos vamos a la casa de los Ugüilofs, que comparten con un pez, una aspiradora, una ventana y una almohada. Y se ve que planean una fiesta sorpresa de cumpleaños para la almohada dormilona, pero cuando mandan a la aspiradora a por los globitos de la fiesta, esta se va de paseo por el parque, pierde los globos, y el drama se desata.
Los Ugüilofs deciden partir en busca de los globos, y dicen a la aspiradora que se quede en casa con la ventana, los aludidos sueltan unas risitas de lo más sospechosas.
La cosa empeora, nos dicen además que cada vez que Tufi se ponga en plan exhibicionista le gritemos “Tufi cenutrio, súbete los pantalones”. Y va a pasar muuuuuchas veces.
¡Admira mi Calvin Klein mozuela!
Y recuperamos el primer globo, pero por alguna razón cada uno de los globos aparece junto a algún actor decrépito con importante hipoteca pendiente y poca vergüenza. La primera es Cloris Leachman, que cuando la vida era justa hacia cosas como “El jovencito Frankenstein”. La buena de Cloris ahora se pone a cantar acompañada por los Ugüilofs algo sobre que movamos el esqueleto.
A la vejez viruelas, Sancho amigo
Y encontramos el segundo globo, lo tiene una vaca dentro de la Mansión de Batidos de Chaz Palminteri, otro que cuando el mundo era justo trabajaba con Robert De Niro y Woody Allen. Encarna a Milkshake Marvin, un sujeto que lanza gorgoritos musicales cuyo tema son los batidos que va a producir tan fresquitos su vaquita y que lanza la nota de pedidos con cerbatana.
Esta vaca lechera, no es una vaca cualquiera, da leche merengada, baila y debe jugar al beisbol que te cagas lorito.
Los Ugüilofs van ahora al aeropuerto, y… Un segundo, es hora de ver los gayumbos de Tufi por décima vez.
¡Toma ya, Moreno!
Y eso, estamos en el aeropuerto, donde la cantante, que también en épocas más doradas conseguía discos de oro y platino, Doña Toni Braxton nos sulibeyará con algo así como “Me pica la napia, atchís, atchís”, vestida en un despampanante y muy ajustado vestido rojo.
El primer bailable agarrado del universo que versa sobre resfriados.
De mientras Eslufi, la almohada que ha provocado tales épicas aventuras, sigue roncando. El público asistente debe de tenerle mucha envidia.
La siguiente celebridad reducida al más infame de los ridículos es Cary Elwes (que ha trabajado bajo las órdenes de Mel Brooks, Coppola o Rob Reiner). Aquí nos lo disfrazan de vaquero recién salido del armario el día de carnaval, y entre pompitas de jabón en una cafetería de camioneros, nos enseña a bailar una especie de variante muy etílica y gallinácea de “No rompas mas mi pobre corazón”.
Por fin van a por el quinto y último globito, para alcanzarlo deben montarse en un sombrero gigante al lado de Jaime Pressly (‘Me llamo Earl’) y Cristopher Lloyd (‘Alguien voló sobre el nido del cuco’, ‘Regreso al Futuro’) disfrazados de primos leprosos de Lola Flores durante la Feria de Abril.
Se suceden más bailes espasmódicos y Jaime Pressly aprovecha para pegarle un beso de tornillo al pez Rafi, otro ejemplo más de hibridación rarita en esta peli.
Te veo un poco pez en estos asuntos muerdisticos colegui.
Los Ugüilofs, ya con los cinco globos en su poder, se dirigen a casa para celebrar su fiesta, pero hay un problema, hace mucho viento y se ponen nerviosotes. Los globos (que también saben hablar, está claro) nos informan de que lo único más fuerte que el viento es el amor, así que el público debe lanzar besos a la pantalla para que nuestros héroes puedan llegar a salvo a casa.
El público se despierta y tira miles de besos desesperadamente a ver si esto se acaba ya de una puñetera vez.
80 interminables minutos después de haber comenzado este zurullo, nuestros héroes llegan a su casita y por fin dan la fiesta cumpleaño-almohadera, dejan por fin de sonar canciones ugüiloferas y se entiende que a esto se debía referir la profecía maya sobre el fin de los tiempos en el 2012. Es hora de que le internen a uno en el siquiátrico más cercano.
Y es que a veces los locos sueños de los productores:
…chocan con la cruda realidad…