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Os odio. A todos. Después de ver “The Rookies” en tres ocasiones (una en el festival Nits de Cinema Oriental, otra para el podcast y una tercera vez para sacar las capturas de este artículo), sólo puedo sentir odio hacia la raza humana en general y eso os incluye a todos. Incluso a mí mismo, a quien también odio. Me doy asco.
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“The Rookies” es una de las últimas grandes producciones del cine chino (unos 50 millones de dólares de nada), protagonizada por actores de moda y con la presencia de estrellas occidentales. Bueno, una estrella (o protoestrella, mejor dicho). La única que estaba disponible en ese momento y que casualmente andaba por el continente rodando “Monster Hunter” (2020). Hablamos de Milla Jovovich, a quien a estas alturas ya le dan igual ocho que ochenta mil, le calza cualquier cosa que le ofrezcan.
Después de protagonizar la abominable saga “Resident Evil”, su agente está dispuesto a demostrar que la carrera cinematográfica de esta actriz puede llegar mucho más lejos; esto es, puede incluso atravesar el núcleo terrestre y salir por el otro lado. Y después de participar en este vómito audiovisual, creo que lo ha conseguido. Lo cierto es que, era esto o rodar la nueva horterada de su marido Paul W.S. Anderson. Cualquiera de ambas elecciones era errónea, así que optó por librarse de su pareja por unas cuantas horas…
“¿Estás insinuando que ya no me ofrecen papeles? ¿Y con qué te crees que me he hecho este porraco?”
Durante el primer visionado de “The Rookies” tuve una suerte de experiencia mística. A mitad de metraje, algo me hizo ‘clic’ (o ‘catacroc’, mejor dicho) en el cerebro y, de repente, sentado en la butaca del cine, abandoné toda esperanza en el futuro de la raza humana. Me di cuenta de que, efectivamente, nuestra especie está abocada a la más absoluta, inevitable y dolorosa (por favor) extinción. Es imposible que nosotros seamos el culmen de la evolución.
Así, en lugar de huir despavorido de la sala (como hicieron la mitad de los espectadores), me quedé allí petrificado y pensativo, incluso fascinado, me atrevería a decir. Y es que admito que la película me generaba mucho interés. Interés a un nivel antropológico. De repente, miles de preguntas se agolpaban en mi mente, tales como: “¿tantos siglos de evolución para llegar esto?” o “¿realmente merecemos seguir en el universo?” e incluso “¿somos un error cósmico?”. Pero sobre todo, la gran pregunta… ¿QUÉ COÑO ESTÁ PASANDO EN CHINA QUE NO NOS ESTÁN CONTANDO?
Mientras tanto, en algún lugar de China…
Y es que algo realmente jodido tiene que estar ocurriendo en ese país; lo del coronavirus es sólo la punta del iceberg. Al acabar la película tuve clara una cosa. Uno de los grandes males de la humanidad son los chinos tarados con mucho dinero.
Junto al cambio climático y la caída de un asteroide, los científicos acaban de identificar otro potencial motivo de extinción de la raza humana
La película es una especie de James Bond para teenagers con déficit de atención, que intenta divertir desesperada y agónicamente. Igual que aquel chico de la clase que intentaba ser el “gracioso” y, para llamar la atención, hacía cualquier aspaviento o gilipollez que se le pasara por la cabeza, por humillante que fuera y, en lugar de hacer reír, daba pena. Esto es lo mismo.
Como los autores de “The Rookies” no tienen ni puta idea de cómo hacer que la película sea divertida, optan por lanzar al espectador todas las ideas que tienen, a ver si alguna cuela. Así, estamos ante una exagerada sucesión de infames soplapolleces una detrás de otra a toda pastilla, sin filtro ninguno; NO HAY PUTO FILTRO; cualquier chiste que se le ocurra al primer subnormal que pase por el rodaje lo van a meter.
Las cosas se han puesto muy chungas en el aeropuerto de Kabul
Es como si los responsables pensaran que, metiendo el mayor número posible de chorradas por segundo, la película, por pura y simple acumulación, va a ser mejor. Y el resultado por supuesto es el contrario; cuanta más mierda echas al montón, más hedor desprende. Es como plasmar el síndrome de Diógenes en forma de película. Ocurren tantas y tan inopinadas cosas durante el frenético visionado del filme, que yo no paraba de imaginarme al vendedor de un bazar chino gritándome a la puta cara “mira, mira cuántas cosas, cuántos chistes, ¡es divertido! ¿a qué sí?, mira, mira, compra, COMPRA”.
“1.000 chistes de mierda siempre van a ser mejor que un único y solitario chiste ingenioso, en China lo tenemos claro. COMPRA.”
Es un “ensayo y error” hecho cine, que siempre acaba en lo segundo. Los autores no saben cómo continuar la película pero oye, ellos son osados y siguen adelante, les da todo exactamente igual, como a Milla Jovovich; tiran cuesta abajo, sin frenos, sin cinturón y a pecho descubierto.
Además, el guion no tiene ninguna lógica, pero esto no lo digo porque esté mal escrito; no es por eso. Es que al guion le suda los cojones redondos y peludos tener sentido, eso no es importante, la película es deliberadamente incoherente, ya que eso permite al sádico del director seguir incrustando memeces a presión. Tan pronto te están diciendo que el protagonista es un fracasado imbécil que no llegará a nada, como de repente es el puto amo del cotarro que trae locas a todas las chicas y tiene acceso a mil cachivaches imposibles.
Por supuesto también meten decenas de elementos e ideas de las que luego se olvidan, dejando cabos sueltos, subtramas inconclusas e infinitas lagunas porque, repito, la lógica y la coherencia son para los cobardes. El público chino ha venido al cine a ver muchas cosas moviéndose en una pantalla Y PUNTO. Eso es lo que te da “The Rookies”, ¿qué más quieres?
“Muchas cosas moviéndose en una pantalla”, LA PELÍCULA
Pero además de cientos de chistes lobotomizantes que te dejan el hipotálamo como una pasa reseca, aquí también hay mucha acción, más o menos bien rodada pero, en la línea de la película, carente de todo sentido. Ahí está, por ejemplo, la escena de la persecución en Budapest, donde hay coches estratégicamente detenidos en mitad de la calle -parece que en Budapeshhh puedes aparcar literalmente donde te salga del ojete-, sólo para que los protagonistas se puedan lucir haciendo trompos inútiles.
“Mejor aparcar en mitad de la calle que obstaculizando la acera, así los coches pueden seguir pasando, ¡es pura lógica húngara!”
Y en su infructuosa búsqueda por encontrar el tono de la película, los responsables también prueban, por qué no, a meter una escena de “anime” al estilo japonés sin venir a cuento…
“Tarantino también lo hizo y no os burlabais de él…”
…E incluso una secuencia de animación por ordenador cuando menos te lo esperas, con un CGI muy chungo tipo “La Patrulla Canina” pero con moquillo, tan fuera de contexto que te saca de la película; mejor dicho, te expulsa a empujones de la película y te manda a tomar por culo; para que te atrevas a volver.
“Vamos a ver, no entiendes nada; manga, animación tipo Pixar, acción real… Todo junto en menos de dos horas de metraje. COMPRA”
Lo del CGI, que aunque no lo he investigado seguro que es una referencia a alguna red social china de mierda, lo usan para ilustrar los viajes del protagonista, en lugar de emplear el sobado recurso del mapa. Un momento, ¿he dicho viajes? Quise decir viaje, ya que te venden que esta va a ser una aventura internacional llena de localizaciones en distintos países, y al final no se mueven de dos calles de Budapest. Gracias a eso, la pedorrera animación CGI sólo sale una vez y si te he visto, no me acuerdo.
¿Es un recurso innecesario? Entonces HA de estar en esta película
Como digo, en su desesperado intento por entretener a toda costa, la película se traiciona a sí misma constantemente, metiendo cientos de cosas que rompen el ritmo, el tono -si es que lo hay- y la coherencia, hasta alcanzar el paroxismo en la secuencia de los caracoles, donde aquello se convierte en los Looney Tunes con resaca química. ¿De qué narices estoy hablando? Pues, por si fuera poco con el anime, la secuencia CGI, los gráficos sobreimpresionados y toda la mierda que meten a presión en el apretujado metraje, todavía hay que avergonzar aún más al espectador, así que en mitad de una persecución te clavan lo siguiente…
Estoy deseando ver el spin-off, con el caracol buscando venganza
Como veis, no me invento nada, al director se la suda todo, a él le deben de pagar al peso, por minutos rodados y, por ello, el metraje hay que rellenarlo como sea. Como cuando no sabes la respuesta de un examen, pero tú igualmente te lías a escribir, a ver si el profesor es gilipollas y se lo traga. Pero no.
En cuanto al protagonista, yo no sé cómo definir la interpretación de este sujeto. Me reiría de él, pero creo que no debería hacerlo, porque el actor parece afectado por algún síndrome, un síndrome que le impide poner cara de persona normal. Vamos a comprobarlo en las siguientes fotos, que he tomado al azar.
Sí, padece un síndrome, el síndrome de DAN GANAS DE INFLARLE LA CARA A HOSTIAS
¿Pero qué cojones le pasa a este tipo en la jeta, por dios? ¿Quieres parar YA de hacer el subnormal, por favor? Parece que la película se pegó una hostia en la taquilla china -lo que no impide que ya estén preparando la segunda parte, porque en China hay tantísima población, que existen suficientes deficientes mentales para justificar la inversión-, pero creo que si lanzasen al mercado ‘punching balls’ con la cara de este actor, recuperarían los gastos en pocos días y tendrían pingües beneficios.
Respecto a Milla Jovovich, interpreta a un hombre llamado Bruce -en un agradecido gesto a la comunidad trans, no es otra ocurrencia para añadir excentricidad a la película, no seáis malpensados- que lidera una organización secreta de “caballeros” que luchan contra el mal. Y aunque en numerosas ocasiones demuestra que él solo podría tumbar a todo un ejército con sus manos desnudas, prefiere no mojarse, no se le vayan a correr las toneladas de maquillaje y rímel con las que parece un cádaver encocado, en una sutil alegoría del estado de la carrera cinematográfica de Jovovich.
Para ahorrar costes, en lugar de un maquillador, contrataron a un tanatoesteticista
Así pues, y para que la película no se acabe en dos minutos y cuatro segundos, en lugar de mandar a Bruce al combate, la citada organización se dedica a reclutar a los individuos más ineptos e imbéciles de la sociedad, como el protagonista, quizá para cobrar algún tipo de subvención por fomentar la integración laboral. Es la única explicación lógica a tamaño disparate.
TERRORISMO VEGANO
Y como buena película de espías, aquí también hay un esperpéntico súper villano dispuesto a poner en jaque al mundo entero. En este caso tenemos a un tal Iron Fist -no confundir con el de Marvel, este es incluso peor-, un tipo con una mano de metal, que sigue los dictámenes de un ojo arrancado y metido en un tarro de cristal. ¿Que cómo narices se comunica con el ojo? No sé, a mí esa cuestión me parece baladí, habiendo otras dudas mucho más importantes, como por ejemplo, ¿cómo puede el director pensar y respirar al mismo tiempo?
“Sí tú, te estoy mirando a ti, ¿es que no te enteras?”
El tal Iron Fist amenaza con una tercera temporada de la serie de Netflix liberar un virus/toxina en forma de cuesco multicolor que no mata a la gente, sino que la convierte en planta. Es decir, que se trata de un bioterrorista vegano. Eso, o que el director vio demasiadas veces el anticlásico “Troll 2” (1990). Pues bien, el villano de “The Rookies” decide mostrar al mundo la efectividad de su arma liberando el patógeno en Nueva York, con funestas consecuencias…
Consecuencias en forma de Times Square con más hojas de lo habitual. Y ya.
La foto que acabo de poner, lo juro, es lo único que sale del supuesto ataque a Nueva York. Una imagen de archivo de Times Square de lejos, con unas cuantas hojas volando, en una estampa que causa terror; terror en los barrenderos, que esa noche tendrán que hacer algunas horas extra. Menuda mierda de película más choriza. Sólo tenían dinero para irse a Budapest y ni siquiera se molestaron en comprar más fotos de Nueva York en algún banco de imágenes.
Pero para que realmente nos creamos que ha ocurrido algo en Estados Unidos, nos repiten varias veces un supuesto vídeo de Youtube, con una niña gritando penosamente a cámara, digno de Cacaman grabándose un vídeo para Wakaliwood. Por cuestiones de copyright, Youtube no me deja insertar el vídeo en cuestión, que es carne de meme, pero creo que con la siguiente foto os hacéis una idea del morro y torticerismo del que hace gala la escena.
“¡Socorro, me he manchado la cara de mostaza!”
La niña parece que se descojona de risa mientras le plantan cuatro ronchas CGI en el rostro. Más bien parece un vídeo de humor de TikTok, donde han cogido a la sobrina del productor y le han puesto a hacer el imbécil delante de la cámara y, “a positivar”. Y evidentemente es el único documento gráfico que existe en el mundo sobre el supuesto ataque a Nueva York, no veremos nada más en toda la película. Cada vez que alguien se entera de lo ocurrido, es por el vídeo de la niña sobreactuada.
“The Rookies” tampoco sería una película de espías sin los tradicionales gadgets que, como casi todo en este filme, se los sacan directamente del culo. Qué digo, no se los sacan del culo, se hacen una lavativa en tu cara y rebuscan y rebuscan y cualquier tropezón que salga, lo pegan en la película. Así pues, hay muchos gadgets, más de los que podéis soportar. Tenemos trajes hechos de genuina colchoneta de playa que amortiguan las caídas y, el mejor invento de todos, el fabuloso taburete exprimidor. Su revolucionaria tecnología funciona de la siguiente manera; atentos y no perdáis detalle, que no os vais a enterar…
Pones media naranja en el asiento…
Aprietas el culo con esfuerzo…
…Y voilá, disfruta la fruta.
Más o menos lo que el director hizo con las latas de celuloide. O con la cámara, que esto se rodó en digital, supongo. Y por supuesto, también hay un coche lleno de aparatos, faltaría más. Si el de James Bond disparaba misiles por los faros, los chinos no son menos, y por ello el vehículo de esta película tiene pestañas e incluso NALGAS. ¿El propósito? Supongo que despistar y poner nervioso a Rayo Mcqueen, por si acaso se cruzan con él.
Por indescifrables motivos humorísticos, el vehículo parece que lo han tuneado Las Supernenas tras esnifar purpurina y confeti
Al igual que el sufrido guionista de la película, el puto coche de los cojones es capaz de sacar cualquier cosa que se le pase al conductor por la mente. Para ello, solo habrá que apretar un botón de la guantera y la magia de la desvergüenza hará de las suyas. ¿Que hay un atasco? No pasa nada, aprieta el botón que quieras y el coche echa a volar saca la lengua y con ella levantará y lanzará por los aires al resto de vehículos…
“Ven aquí Rayo Mcqueen que te voy a dejar SECO”
¡Sal por patas, literalmente!
Más de un espectador deseó que a su butaca le ocurriera lo mismo. Se ve que al ingeniero le resultaba más fácil ponerle piernas articuladas al automóvil en lugar de hélices. Y digo yo, ¿por qué no usaron esta habilidad desde el principio y así no derribaban ningún coche con la lengua aquella?
NUEVO GÉNERO CINEMATOGRÁFICO
A finales de los 70, en Hong Kong nació un subgénero cinematográfico conocido como “moleitau” (o “mo lei tau”), que significa aproximadamente “sin sentido” (gracias, Wikipedia). Un género enfocado al humor disparatado, donde cualquier parida es posible, siempre y cuando sea ingeniosa y tenga gracia -dos aspectos subjetivos, pero no se puede dudar de que en aquel tipo de cine se trabajaban los gags a conciencia-. Por citar algunos ejemplos conocidos, ahí están “Future Cops” (1993) -aquella película de la que hemos hablado en innumerables ocasiones y que mezcla “Street Fighter” con “Doraemon”-, “Shaolin Soccer” (2001) de Stephen Chow o incluso “City Hunter” (1993) con Jackie Chan. Pues bien, algunos expertos en cine asiático, como Domingo López (a quien mandamos un cariñoso y sincero abrazo y además recomendamos su tienda Trash-O-Rama), sostienen que “The Rookies” es así porque se trata de “moleitau” al estilo chino, que no hongkonés. Es decir, que los chinos se habrían apropiado del cine de autores como Wong Jing, Jeffrey Lau, Stephen Chow y compañía y lo habrían pervertido a su manera, como tantas otras cosas.
Pues bien, yo no creo que esto sea “moleitau”, esto es otra cosa. En el “moleitau”, como digo, se curraban los chistes, aquí no. Esto es un estercolero al que arrojan cualquier cosa, como ya he mostrado a lo largo del artículo. Me atrevería a decir que “The Rookies” pertenece a un nuevo género incipiente en China que voy a bautizar como MORREITAU y cuyo significado vendría a ser algo así como “pongo en la película lo que me sale de los huevos y punto, me río en tu puta cara subnormal, suelta ya el dinero que las prostitutas me esperan”. Más o menos. Y para terminar de dejar claro a qué tipo de público va dirigida la película, en los títulos de crédito finales meten pequeños vídeos relacionados con cierta e innombrable red social…
Consciente de que el cine no es lo suyo, Milla Jovovich explora nuevos formatos audiovisuales